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Sunday, June 26, 2011

LOS ABAKUA O ÑAÑIGOS EN MATANZAS CUBA

Entre las transculturaciones originadas por los esclavos provenientes de la región nigeriana del Carabal, la Sociedad Secreta de los Ñáñigos o Abakua es la más importante, por sus indiscutidos aportes a la cultura popular cubana y a la Identidad Nacional.
Los Ñáñigos, como toda sociedad secreta Abakua, surgen para establecer un orden donde éste no existe. Es en tal sentido como debemos interpretar el código ético agráfico de esa institución, piedra angular para la membresía abakuá, pues ellos procuraron y, en buena medida lo hicieron, organizar a amplios sectores populares a los cuales el orden y los principios morales de las clases dominantes les eran ajenos.
Tales prolegómenos son: – Ser buen hijo (Honrar a los padres) y consecuentemente, buen padre. – No cometer adulterio con la mujer de un ekobio o hermano de religión. – Ser hombre. – Ayudar desinteresadamente a sus hermanos o ekobios.
Resulta inobjetable que el enorme impacto popular que significó el acatamiento de las normas Abakua, a la par de contribuir a una organización en la vida de las capas más desposeídas, fue arraigando valores devenidos posteriormente en insustituibles dentro del concepto de la cubanidad.
El ñañiguismo tuvo su origen en el año 1832, cuando el cabildo habanero de los negros Carabalí Apapá Efik inició en sus cultos y secretos a un grupo de criollos, muchos de ellos esclavos o sirvientes de familias adineradas en el barrio capitalino de Belén. Aunque el nombre del primer juego, potencia o agrupación ñáñiga fue Acuabutón, muy pronto fueron conocidos por Los belenistas.
El carácter popular de estas agrupaciones exclusivas para hombres, las cuales en contraposición a los cabildos de africanos permitía la asociación entre negros de diferentes orígenes étnicos y su utilidad mutualista, hizo multiplicar rápidamente a las potencias ñáñigas y ya en el año 1840 existían más de 40 de esos grupos en la capital del país.
El 24 de diciembre de 1862 el cabildo de los Carabalí Bríkamos Niño de Jesús de Matanzas inicia a un grupo de negros criollos de la ciudad yumurina en el abakuá, el cual toma el nombre de Biabanga , dando comienzo al ñañiguismo matancero, el más prestigioso de Cuba.
El 24 de diciembre de 1863 en La Habana, Andrés de los Dolores Petit, uno de los jefes del capitalino juego Bakokó IFOR, da entrada a blancos en la sociedad ñáñiga, convirtiendo de esa manera a la entidad en la primera asociación integracionista popular que existió en la isla , contraviniendo el segregacionismo implícito en todas las leyes coloniales que abordaban el derecho de asociación.
Tanto en La Habana como en Matanzas, algunas potencias alcanzaron características paragremiales vinculadas específicamente a actividades económicas como los trabajos de estibas en los puertos, los torcedores de tabaco y los zapateros, siendo muchas veces penetradas por los intereses de las clases dominantes, utilizándolas como instrumentos de explotación y represión hacia el proletariado en ambas ciudades.
No obstante y pese a limitarse la presencia ñáñiga a los barrios habaneros de Regla, Guanabacoa, Habana Vieja, Centro Habana, cerro y Marianao; así como a Matanzas y Cárdenas, la incidencia de los abakua o ñañigo en lo cubano es muy amplia.
Aspectos de la Religion Abakua.
El carácter místico del ñañiguismo se limita a la recreación y creencia de un mito, materializado en la fidelidad jurada en torno a diversas entidades totémicas.
La leyenda base de la sociedad es el llamado Mito de Sikana , el cual posee varias versiones, sin embargo, la más difundida en Matanzas es la siguiente:
“Sikana se acercó al río Oldán, el cual divide el territorio de los Efik del IFOR, a coger agua en su tinaja. En la misma se introduce el pez Tanze, representación de Dios Abasí, quien fue el primero en sonar. La presencia de Tanze entre los efor, que era la tribu de Sikana, les propició abundantes cosechas, salud y nutrida caza. Para consolidar la paz en la región, su padre Iyamba, decidió casarla con Mokongo, el rey Efik, quienes eran sus rivales en la zona.
Pasado el tiempo de consolidada la alianza, Sikana reveló el secreto de Tanze a su marido y el pez divino murió. Grandes males vinieron a ambas tribus. Fue consultado Nasakó, el brujo y éste denuncia a Sikana, por lo cual Mokongo, Iyamba y Ekueñón – el juez – deciden sacrificarla.
Cuando van a matar a Sikana, aparece Enkríkamo, un niño que lo ve todo y por lo cual tienen que iniciarlo en el secreto. Entonces concurre el ireme o diablito Eribangandó, quien limpia y prepara a Sikana para la ceremonia de sacrificio. Otros dos iremes aparecen, Aberisún y Aberiñan. El primero la sostiene y el otro la mata con un golpe en la nuca”
Todas las versiones existentes en la actualidad son muy parecidas, salvo una que entre los viejos abakua y ñáñigos matanceros, sostienen que Sikana nunca reveló el secreto y su sacrificio fue por el bien de su pueblo.
En realidad el plante, fiesta o ceremonia ñáñiga no es más que una rememoración o representación de la anterior leyenda, sólo que Sikana es suplantada por un chivo. Para Don Fernando Ortiz esta ceremonia adquiere la dimensión de una verdadera tragedia teatral donde los participantes asumen los papeles o personalidades de los originarios protagonistas.
Atributos de los ñañigos.
En primer lugar encontramos los tambores del orden ritual, que son aquellos sobre los cuales no se ejecuta música, sino producen sonidos especiales y se les usa para ciertas llamadas de orden.
El más importante es el llamado ekue o tambor de fundamento o secreto, que se toca por fricción y su sonido es estimado como la voz sagrada de Abasí Tanze, el divino pez dios. Nunca aparece en público y se pone en una esquina del fambá o cuarto secreto, con una cortina delante. Esa parte es llamada fambayín.
Ekue
El mpegó es igual al ekue y si aparece en público, llevado por el dignatario del mismo nombre. El nkríkamo es de menor tamaño y lo usa la plaza o persona de cargo homónimo para convocar o llamar a los espíritus danzante, llamados iremes, ñañás o diablitos.
El seseribó consiste en una copa de madera forrada con láminas de plata en su interior y por piel en lo externo. En ella se depositan los elementos que confirman la hermandad entre los miembros de la potencia, juego o grupo ñáñigo. Además están los bastones o atributos de mando que llevan los jefes.
La música ñáñiga se ejecuta con cuatro tambor unimembranófonos afinados con un sistema de cuñas y cáñamos, los cuales son llamados, de mayor a menor, como bonkó enchemiyá, obí apá, cuchí yeremá y benkomo. Completan el biankomeko u orquesta ñáñiga los itonoes o palos, el cencerro o ekón y las erikundis o sonajas o el chekeré que es también un sonajero.
Biankomeko u orquesta ÑAÑiga.
Las agrupaciones ñáñigas también son llamadas juegos o potencias . Sus principales cargos o gobierno lo integran cuatro jefes u obón obonekue :
Iyamba el jefe principal. Mokongo o jefe militar, pero en la rama efik es el principal. Isue o dignidad religiosa. Mpegó o el principio del orden.
Otros cargos de importancia son:
Isunekue, el ayudante de Isue. Nkríkamo o guía de los iremes. Nasakó o el brujo. Moní bonkó o jefe de la música. Mosongo o ayudante de Mokongo.
Los iremes, ñañás o diablitos, son los personajes más representativos de la liturgia ñáñiga. Se consideran espíritus luces que asisten a las ceremonias para dar testimonio de la corrección sobre cuanto se realiza en las mismas.
Los principales resultan Aberisún, Aberiñan, Eribangandó, Enkanina, Enboko Bemba, Efiméremo moko Ireme, Akuanamina y Anamanwí que es ireme funerario propio de los lloros, llantos o ritos luctuosos. Otro aspecto muy significativo en las liturgias ñáñigas es el uso de signos pregráficos llamados firmas o anaforuanas . Estas sirven como identificación personal de los miembros; ordenes, emblemas y también información sobre el tipo de rito que tiene lugar.

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