Para Mas Informacion: 786-445-6032 - 786-413-6569



ilearikubabagua@gmail.com













Sunday, June 26, 2011

Sociedad Secreta Abakua

Hacia 1836 fue creado en el ultramarino poblado de Regla, al otro lado de la bahía habanera, una agrupación de corte carabalí, que respondió al nombre de Sociedad Abakua.
Los primeros integrantes, aunque criollos, eran negros descendientes de africanos, y entre los fines fundamentales estaba la emancipación de la esclavitud, debido a lo cual fueron mal mirados por las autoridades colonialistas, que los calificaron despectivamente como ñáñigos o arrastrados.
En 1862 se forma la primera entidad Abakua en Matanzas (Cuba) y luego se extiende al municipio de Cárdenas, en la misma provincia, lugares donde hasta hoy continúa operando el ñañiguismo.
Por supuesto que, como organización en cuba, ya desde el siglo XIX se le habían incorporado mestizos, chinos y hasta blancos, pero la versión esquemática desde el “poder” continuó calificándola “práctica de negros”.
De acuerdo con lo anterior, queda claro que el ñañiguismo encarna una cultura de resistencia. Quizá por ello, muchos jóvenes tiendan a confundir los principios cardinales de la agrupación y vean en ella su paradigma de “hombre a todo”, con su secuela de atributos: machista, guapetón, petulante…
“Ser abakua se convirtió en algo así como un certificado de graduación dentro del ambiente”, nos asegura el investigador Tato Quiñones, autor del libro “Ekori Abakua” y de otros trabajos sobre el tema.
El desconocimiento, más la propaganda errada, genera estereotipos, sobre todo cuando se trata de un fenómeno nacido de los estratos más humildes de La Habana colonial, que se desenvolvió dentro de la marginalidad o, a decir de Tato, dentro del ambiente.
Poco se conoce que en la conspiración de Aponte, en 1812 —cuando tal vez ya existía el ñañiguismo, aunque no recogido oficialmente— estaban implicados varios iniciados Abacua. También los hubo en la llamada Conspiración de la Escalera y otros movimientos similares de la capital cubana, pero de eso no se habla.
Tampoco se habla del negro ñáñigo Abacua Caoba, quien se lanzó a la manigua redentora durante la primera gesta independentista; que cinco negros abakua perdieron la vida en un colosal intento de frustrar el asesinato de los ocho estudiantes de Medicina o que el joven Martí, deportado a España, fue cuidado en Zaragoza por Simón González, alias Gran Diablo, juramentado en la hermandad.
Se habla, sí, de las lipidias, las puñaladas y la predisposición a la delincuencia en los abacua.
Una agrupación de hombres probados
Rey es un chico de 17 años, tranquilo y estudioso. Hasta ahora nada le preocupaba a su madre, para quien “parecía un niño ‹normal›, incluso lo saqué del pre donde estudiaba, en San Antonio de los Baños, porque había mucha agresividad. A principios de curso se enfrentaron dos bandas de distintos barrios y aquello fue apoteósico. Decidí entonces trasladarlo hacia un politécnico del Vedado, pero en cualquier lugar es lo mismo: a todos los muchachos les ha dado por hacerse abakua”.
Por alguna razón secular, la Sociedad Secreta Abakua ha despertado siempre poderoso atractivo para la juventud. De acuerdo con un reciente sondeo efectuado por nuestra revista a jóvenes de la capital, entre 16 y 21 años, iniciados o dispuestos a iniciarse en la agrupación, más de 90% se acerca a ella porque se consideran “hombres y tienen ‹condiciones›”.
De cualquier modo el término resulta ambiguo: no pensará igual un estudiante del residencial Miramar que el de los suburbios del Fanguito, por ejemplo. De tal suerte, encontramos espacios con alta membresía Abacua, mientras otros cuentan muy pocos exponentes.
Tampoco responderá lo mismo el hijo del profesional que aspira continuar estudios universitarios o, al menos, conseguir un puesto laboral que satisfaga sus necesidades inmediatas (muchas veces apoyado o estimulado por sus propios padres), que aquel cuyos progenitores (simples obreros) con suerte, sobreviven a la indiscutible crisis económica luego de la debacle del bloque socialista europeo y la caída de la URSS.
Tener condiciones es, para quienes aspiran pertenecer a la Sociedad Secreta Abakua, contar con una hombría “probada” que, por extensión torcida, suele traducirse en guapería.
El fenómeno no es nuevo. Hace unas cuatro décadas recogía la etnóloga Lydia Cabrera el siguiente testimonio:
“Desgraciadamente no son pocos los Partidos que no investigan la vida ni los antecedentes de los aspirantes, aceptan al primero que se presente y lo inician de hoy para mañana sin someterlo a prueba, sin parar mientes en su conducta aun cuando ni siquiera llene el requisito de la mayoría de edad, de rigor en muchas Tierras. ‹Lo que les importa es cogerles el dinero, y para eso cualquiera los garantiza›”.
No obstante, Ángel Freire, presidente de la Asociación Abakua de Cuba considera que “cuando el joven viene a integrarse en nuestra institución, llega con un conjunto de valores y normas que ya adquirió en la familia y es allí donde hay que trabajar con mayor profundidad, pues a la Sociedad secreta Abakua se presentan durante la adolescencia o más tarde”.
Imagen distorsionada
“Para ser abakua hay que ser hombre, pero para ser hombre no hay que ser abacua”, reza un viejo adagio popular. En cambio, la hombría no está divorciada de la humildad, el trato respetuoso ni guarda relación con la altanería.
Esa negativa imagen, tal vez ganada en el entorno marginal, es la que desafortunadamente ha permeado el mundo abakua y, sobre todo, la que se han encargado de perpetuar los medios. No vamos a referirnos, sino a ejemplos recientes: Daniel Chavarría, uno de los escritores más leídos por el público cubano, introduce en “Príapos” a Nitrogricelina, un joven rumbero, buena gente pero, sobre todo, fajarín, que reproduce el arquetipo del negro abakuá inmerso en el mundo de la violencia.
El serial televisivo ¡Oh, La Habana! nos dejó el triste recuerdo de Adarico, quien con su posición ridícula acosa a Taimí, la persigue con un cuchillo en mano y profiere finalmente la sentencia ñáñiga: “akua embori aborequí ñangué” (chivo que rompe tambor con su pellejo paga) o su equivalente “el que la hace la paga”.
En “De fi de fo”, Babylores & Insurrecto son irrespetuosos, no solo con la chica a quien hacen alusión, sino con el supuesto amante (abakuá por demás), cuando expresan: “No te estés haciendo la de la cuenta del banco/toda tu vida fuiste una pasmiche/ahora porque te casaste con el blanco/si tú eres fanática a los niches:/Todo lo que te regala el europeo/te lo tiene controlado el guapo/por eso es que te tiene puesto el de’o/mi china, la verdad que tú eres hija del maltrato”.
Cierto que el reggaetón suena bonito pero, por si acaso, prefiero aquella melodía que enarbolara hace algunos años el cantautor Pedro Luis Ferrer, en la cual se dignificaba mucho mejor a la corporación:
Uno de la extrema izquierda
me vio con un abakua
me dijo véndele al socio
porque te vas a embarcar,
le dije vete tranquilo
que el socio es buena persona
ahora lo estoy despidiendo
porque se va para Angola.
Tengo un amigo palero
y uno que es abacua,
son más hombres y más amigos
que algunos que no son na´.
- Junto a los yorubas y bantúes, forman los carabalíes la trilogía de grupos africanos más importantes introducidos por los españoles en Cuba bajo el cruel e injusto sistema de la trata; sin embargo, de los últimos se conoce poco, debido a que su mayor legado nos viene de los abacua, agrupación masculina, única de su tipo en América, al menos en la variante africana. No obstante, la presencia de esta cultura ha dejado su impronta en nuestra nacionalidad a través de la música, la danza, literatura, artes plásticas e, incluso, en algunas formas de comportarse el cubano de hoy. Voces como ecobio o monina (hermano), ocambo (viejo), moropo (cabeza), náue (amigo) o paripé (papel) provienen del abakua
Muchas personas en Cuba, vinculadas a la cultura y el arte pertenecieron igualmente a la Sociedad Secreta Abakua, entre ellos Miguel Faílde, creador del primer danzón; Claudio Domingo Brindis de Salas, uno de los más relevantes violinistas que ha dado la Isla; Ignacio Piñeiro, quien introdujo la clave abakuá al son; Martín Dihigo, considerado el pelotero más versátil que ha pisado un terreno de beisbol; el prodigioso tamborero Chano Pozo, que llevó las tumbadoras al jazz, y el célebre poeta Indio Naborí, por mencionar algunos.
El 1ro de abril de 1893 nuestro Héroe Nacional, José Martí, publicó en el periódico Patria el artículo titulado “Una Orden Secreta de Africanos” en el cual hace referencia a Tomás Surí, un africano desterrado a Cayo Hueso. A pesar de que en el trabajo artículo no utiliza la palabra abacua ni ñáñigo, resulta evidente que se refiere a ellos calificándolos con los términos de hombres y patriotas.
El Apóstol plantea que esta orden realizó donativos para engrosar los fondos de la guerra, ya que ellos “también quieren contribuir con algo al día de la patria”, y aunque señala que no falta “quien me critique y me tenga a menos porque me siento con ellos (…) nunca me he reunido con tanto hombre honrado y de verdad en tan poca gente”. Martí, siempre tan genial, supo saltar por encima de las barreras raciales, los prejuicios y estereotipos que se tenía sobre la agrupación abakuá.
Por desconocimiento, algunas personas le atribuyen al abakua características hamponescas y de guapería. Sin embargo, la agrupación tiene muy claros sus principios para el ingreso.
REGLAMENTO DE LA ASOCIACIÓN SECRETA ABAKUA DE CUBA
CAPÍTULO II.
DE LOS REQUISITOS DE INGRESO. DEBERES Y DERECHOS DE LOS MIEMBROS.
Articulo 5: Es requisito indispensable para ser admitido (iniciado) en una potencia, tierra o juego abakua.
a) Ser un hombre de veintiún años de edad y no más de cuarenta, gozando de prestigio por sus valores humanos dentro de la familia y de la sociedad;
b) ser un hombre de principios y de honor, teniendo como premisa indispensable la de respetar y darse a respetar por todos, gozando de prestigio dentro de la familia y en la sociedad en general;
c) ser buen padre, buen hijo, buen esposo, buen amigo, sincero y solidario;
d) no tener vicios onerosos (alcoholismo), drogadicción, ni tener aberraciones sexuales de ninguna índole;
e) no cometer delitos, ni hechos que lo desmerezcan ante la sociedad y la institución.

No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.